Dibujar es pensar

Sobre la obra de Raquel Mora

“Entre los griegos, algunos dicen que –la pintura- fue descubierta en Sicyon, en Corinto dicen otros, todos de acuerdo en que sus comienzos estuvieron en la estrecha línea de la sombra de un hombre, y que así fue su principio”. Plinio el Viejo (23-79) en el Tratado de la pintura y el color recogido en el libro XXXV de su Historia natural,  sitúa el origen de la pintura en esa línea que marca la sombra arrojada por el cuerpo de un hombre. Imagen llena de evocación para pensar en lo que es el arte de hoy: el resultado de unir la ‘estrecha línea’ con el conocimiento acuñado por nuestra especie desde entonces. Todo nace de una sombra y de la línea que materializa la voluntad de hacer que su imagen permanezca.

Si tuviera que definir con una palabra la obra de Raquel Mora esta sería: dibujo. El dibujo como una actividad que trasciende sus propios límites físicos y que abarca una muy compleja y rica tarea. Un dibujo vivo que actúa como delimitador y puntero, como lugar de encuentro de la realidad con el mundo del que Raquel Mora nos habla. En suma, el dibujo como arte.

“Dibujo lo que veo, me fascinan los objetos” dice Mora. Para ella su trabajo no es más que el reflejo de lo que ve, una realidad metafísica que nos presenta con gran sencillez plástica y con la agudeza propia del trazado que define su quehacer artístico. Su dominio de la técnica es innegable ya que consigue dotar a la línea de auténtica densidad conceptual y finura plástica.

La aparente sencillez de su ‘estilo’ deja claro que no hay nada más difícil que lo que parece fácil. La desnudez ornamental de la forma de hacer de la artista muestra desde el primer contacto con su obra que Raquel Mora presenta una madurez y serenidad notables que nos hablan de una artista muy rotunda.

En la enigmática serie Pelucas (2012) están presentes el misterio, la dualidad y la extrañeza. Es lo que ella ve y después pinta. Como casi siempre en su trabajo, en esta serie las formas también parten de imágenes reales. Son cabelleras descontextualizadas, sacadas de su sitio y pintadas de forma delicada con bolígrafo, un alarde más del dominio de la técnica dibujística. Las Pelucas nos dan una dimensión interesante de la forma ya que, reconociendo perfectamente lo que son, no dejan de producir una extrañeza casi siniestra.

Leonardo de Vinci (1452-1519) en su Tratado de la pintura (1482-1518) indica: “No desdeñes mi consejo ni la oportunidad de considerar a veces las manchas de los muros, la ceniza del hogar, las nubes, el barro, u otros sitios; la atención hace descubrir en ello invenciones admirables que excitan el genio del pintor a nuevos hallazgos; (…) pues las cosas confusas excitan a la mente a nuevas invenciones”. Sabio consejo del polifacético artista seguido hoy por tantos artistas… Se puede afirmar que para Raquel Mora estas palabras han supuesto una auténtica fuente de inspiración y trabajo.

Y es así como la artista nos va conduciendo a su mundo, a ese que dice que pinta porque lo ve. Un mundo de reflexión y análisis, de crítica. Cuando pinta o cuando dibuja sobre el lienzo, lo plasmado parece una síntesis perfecta, una auténtica quintaesencia aguda y densa de cada tema. Y no es casual: “Me paso el día pensando en esto” afirma, y sí, es que la obra de Raquel Mora es básicamente mental. Leonardo también consideraba que el dibujo “es cosa mental”. Para Raquel Mora funciona como instrumento y fuente de revelación.

Bruce Nauman (1941- ) en un bello texto en el que habla de su concepción del dibujo recogido por Juan José Gómez Molina en Las lecciones del dibujo afirma de forma rotunda: “Dibujar es equivalente a pensar” y en eso consiste el trabajo de Mora.