En Zheng He o la melancólica conquista del viaje, mi escultura representa al gran almirante y diplomático chino Zheng He, figura clave de la dinastía Ming, montado a lomos de una jirafa. Esta imagen se inspira en uno de los episodios más fascinantes de sus expediciones marítimas: cuando llevó a China animales exóticos como tributo, entre ellos la famosa jirafa que llegó desde África y fue presentada ante el emperador como un qilin, criatura mitológica símbolo de buen augurio. La obra une historia y fantasía, invitando a reflexionar sobre la ambición de explorar lo desconocido, el asombro ante lo diferente y la inevitable nostalgia de quien conquista mares pero pierde raíces. Zheng He, a lomos de la jirafa, se convierte en metáfora de un viajero que cabalga sobre el milagro y la fragilidad de los encuentros culturales. La jirafa, imponente y desubicada, representa el exotismo, la maravilla y, al mismo tiempo, la incomprensión mutua entre mundos distantes. La escultura captura un instante suspendido entre la gloria de la expansión y la melancolía de la distancia, recordándonos que todo viaje es también una forma de conquista interior, un diálogo entre poder y belleza, entre el deseo de poseer y el anhelo de regresar.